jueves, 18 de septiembre de 2014

Masaje

Me inicié en el arte de dar masajes a los quince años. 

A la profe cañón de Educación Física se le ocurrió hacer dar unas clases de masaje con nuestra clase: a ver si nos motivábamos y trabajábamos más. 

Tuvo algún jaleo con algunas familias a costa de estas prácticas, pero se mantuvo firme.

Nos regaló, a cada alumno, un bote con aceites esenciales, una toallita limpiadora y una vela. Pagado de su bolsillo.

El primer día de Junio entramos en el gimnasio con un calor espantoso. No nos costó nada quedarnos en biquini o bañador.

Mandó colocar unas cartulinas opacas en las ventanas, que solo dejaban entrar un poquito de luz. 

Nos distribuyó en las esterillas del suelo, colocamos nuestra toalla encima, puso música chill out... ¡Allí no hablaba ni Cristo! 

Entonces nos repartió el set de regalo, sacamos las velas, encendió cada una de ellas... y empezamos a disfrutar del noble arte de masajear y ser masajeados.

Me has pedido un masaje de regalo de cumpleaños. Mañana me esforzaré en darte el mejor regalo.

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