miércoles, 27 de agosto de 2014

Tu cuello

Estábamos muy cerca.
Te retiraste ese pelo rizado con ese gesto tuyo tan característico.
Y entonces apareció tu cuello largo.
Ese cuello que siempre he querido besar, lamer, morder...
Me tocaste la nariz con el dedo.
Solo pude sonreír.
Me hubiera encantado que el coche ardiera en llamas.

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